lunes, 20 de julio de 2009

La casa del reloj: 1º parte

La casa del reloj

Érase una vez una niña llamada Elena. Elena tenía 10 años, tocaba el violín y sacaba muy buenas notas. Aunque parece que esta niña lo tenía todo, a ella le parecía que le faltaba algo: una casa del árbol.
A Elena le encantaría jugar en la casa, cuando se enfadase con su madre esconderse allí.
La casa tendría las paredes de estrellas, tendría sofás, mesas y un reloj de suelo, un precioso y marrón reloj de suelo. A Elena le encantaba hacer los deberes mientras oía el ruido del reloj.
Elena, por más que suplicaba y hacía tareas, no le dejaban que se construyera una casa del árbol.
-¿Y si le regalamos la casa del árbol por sus buenas notas?-dijo Antonia, la madre de Elena.
-Bueno, pero si baja sus notas la destruiré yo mismo-dijo Miguel, el padre de Elena.
Y Elena tuvo su casa del árbol.
Pero cuando Elena entró y vio que no había ningún mueble solo una foto de sus padres, una caja como silla y un tronco como mesa se llevó tal decepción que salió corriendo a llorar a su cuarto.
-¡María, encima de que te construimos la casa que tu querías ¿te pones a llorar?! –dijo Antonia.
-No es la casa que yo quería-dijo Elena- la casa que yo quería era con paredes de estrellas, como las de mi cuarto, una mesa parecida a la mía, sofás como los del cuarto de los juguetes, si era posible una tele como la mía y el reloj de mis sueños, de suelo precioso y marrón.
-¡Pides demasiado!-dijo Antonia-, ¡lo que faltaba era que trasladaras tu cuarto allí, así tienes todo lo que querías! quitando el reloj, claro.
Y Antonia se fue con un gran portazo.
-Eso es-pensó Elena-, lo tengo todo en mi cuarto, podría trasladarlo allí, quitando el reloj de mis sueños, pero ahora que lo pienso como lo trasladaré sin que se dieran cuenta y donde pongo las cosas que hay en la casa del árbol.
-¡Claro!-dijo Elena-, cambiaré las cosas por la noche y mi cuarto se convertirá en la casa del árbol y la casa del árbol en mi cuarto.

Continuará

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