martes, 8 de diciembre de 2009

Simplemente una ardilla: 1ª parte

Érase una vez, hace no mucho tiempo, en un pueblo no muy lejano, existía un niño llamado Paco que tenía una hermana llamada Andrea. Paco y Andrea vivían en una casa que estaba cerca de un bosque. Todos los días Paco y Andrea iban a ese bosque todos los días. A ellos les encantaba ir al bosque y ver a las ardillas. A ellos les encantaba ver como saltaban entre los árboles con sus largas colas y comiendo bellotas. En especial les gustaba ver una, Kindi. Kindi era una de las ardillas que siempre observaban, pero Kindi era distinta: ella siempre acudía en cuando los veía, se les subía en los hombros…
Kindi era especial, era la única que se relacionaba con ellos, las demás solo saltaban y se escondían, sin darse cuenta de que ellos estaban allí. Sin embargo, Kindi, cuando ni si quiera ellos la habían visto ya estaba ella pegada a los dos. Paco llevaba siempre su cuaderno de dibujo y, cuando lo sacaba le decía a Kindi:
-¡Kindi a posar!
Y Kindi sonreía tu miraba a Paco hasta que volvía a guardar su cuaderno. Mientras, Andrea cogía otro cuaderno y describía a Kindi, porque cada día era diferente: un día la luz del sol ponía la piel de Kindi de un color anaranjado y otro lo ponía de un color rojizo muy intenso. Todos los días era diferente su color, su textura: cuando había llovido su pelaje estaba resbaladizo, cuando era seco estaba liso y rasposo…
Cuando su madre les decía:
-¿A que habéis vuelto a estar toda la tarde en el bosque?-decía su madre.
Y los niños asentían cabizbajos. Pero este día fue distinto, su madre les dijo eso y siguió hablando:
-¡Como podéis estar tanto tiempo con una ardilla normal, ese tiempo deberíais estar con los libros!
En ese momento, Paco y Andrea se quedaron pasmados, ¿Cómo era posible que su propia madre haya podido decir eso de Kindi a si que Paco y Andrea le dijeron a su madre a la vez:
-¡¡¡KINDI NO ES UNA ARILLA CUALQUIERA!!!
Y los dos se encerraron en su cuarto.

Continuará

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